CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO

CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO

domingo, 22 de abril de 2007

¿QUE ES DE LA VIDA DE JAUN CARLOS MARECO?

El conductor, actor y locutor cumplió 80 años el 20 de enero y lo festejó en grande junto a toda su familia. Pinocho, hoy lejos de la tele y de todo lo referente al mundo del espectáculo, vive sus días dedicado a los suyos. El conductor del ciclo del Topo Gigio fue ganador del Martín Fierro en cuatro oportunidades y premiado en varios países por su labor

Fue uno de los grandes personajes de la televisión argentina, hizo numerosos programas entre los que se destacan "Gran Hotel Panamá" en 1954 que fue el primer ciclo que animó, luego llegó "La noche con amigos", ambos por Canal 7, como también "Los amigos del tango"; más tarde pasó por Canal 13 donde condujo "Show".Juan Carlos Mareco se fue en 1966 a Chile donde hizo Casino Philips desde Santiago y luego retornó al país para hacer uno de los programas más recordados, El Topo Gigio. El le puso a la voz al ratoncito más famoso de argentina y además llevaba el ciclo donde entrevistaba al simpático roedor.Pero eso no es lo único que hizo, ya que fue un grande de la radio donde hizo "Cordialmente" y “Kenia Sharp Club”, por Nacional entre muchos más. Con más de 50 años de trayectoria oriundo de Carmelo, Uruguay, fue adoptado en nuestro país al igual que China Zorrilla.Ganador de innumerables de premios como el Martín Fierro en cuatro oportunidades, 1967, 68, 71 y 72; Ondas de España, 1972; Palma de Hollywood, Los Angeles 1979; Prensario al mejor programa radial, 1984; Ciudadano Honorario del Condado de Dade, EE. UU en 1991; Caballero de la Orden de San Martín de tours, 1986; Malvinas otorgado por el Senado de la Nación, 1987, entre muchos otros más.H

jueves, 19 de abril de 2007


FELISBERO HERNANDEZ


Felisberto Hernández escribió cuentos y novelas cortas, que comenzaron con Fulano de Tal en 1925. Recién hacia 1942 abandona su profesión de concertista de piano y se dedica completamente a escribir. De este año es El Caballo Perdido, que marca un nuevo rumbo en su narrativa. Esta sección ofrece sus textos y algunos comentarios destacados.
Explicación falsa de mis cuentos
Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos. No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Esto me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podrá tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda.Felisberto Hernández, 1955
Prólogo a La casa inundada y otros cuentos, por Julio Cortázar
(Editorial Lumen,1975 )
Fragmento del prólogo de Cortázar
Solitario en su tierra uruguaya, Felisberto no responde a influencias perceptibles y vive toda su vida como replegado sobre sí mismo, solamente atento a interrogaciones interiores que lo arrancan a la indiferencia y al descuido de lo cotidiano. No es casual que la abrumadora mayoría de sus relatos haya sido escrita en primera persona (pero Las hortensias, gran excepción, parecería volcarlo igualmente en el personaje central del cuento en lo que toca a las pulsiones más hondas, acaso las más inconfesables dentro del contexto de su ambiente y de su tiempo). Basta iniciar la lectura de cualquiera de sus textos para que Felisberto esté allí, un hombre triste y pobre que vive de conciertos de piano en círculos de provincia, tal como él vivió siempre, tal como nos lo cuenta desde el primer párrafo. Pero apenas lo reconocemos una vez más —buenos días, Felisberto, ¿cómo te irá ahora, tendrás un poco más de dinero, las piezas de tus hoteles serán menos horribles, te aplaudirán esta vez en los teatros o los cafés, te amará esa mujer que estás mirando?—, en ese reconocimiento que solo ha tomado unos pocos párrafos se instala ya lo otro, el salto fulgurante a lo único que vale para él: el extrañamiento, la indecible toma de contacto con lo inmediato, es decir con todo eso que continuamente ignoramos o distanciamos en nombre de lo que se llama vivir. Ese deslizamiento a la vez natural y subrepticio que de entrada hace pasar un relato gris y casi costumbrista a otros estratos donde está esperando la otredad vertiginosa, sólo puede ser sentido y seguido por lectores dispuestos a renunciar a lo lineal, a la mera rareza de una narración donde suceden cosas insólitas. Si algo tienen los cuentos de Felisberto es que no son insólitos, en la medida en que su infaltable protagonista es también infaltablemente fiel a su propia visión y no hace el menor esfuerzo por explicarla, por tender puentes de palabras que ayuden a compartirla. (…) Lo que amamos en Felisberto es la llaneza, la falta total del empaque que tanto almidonó la literatura de su tiempo. Totalmente entregado a una visión que lo desplaza de la circunstancia ordinaria y lo hace acceder a otra ordenación de los seres y de las cosas, a Felisberto no se le ocurre nunca reflexionar sobre su país, sobre lo que está sucediendo en el plano histórico, y se diría que su mirada se detiene en las paredes que le rodean, sin esforzarse por extrapolar sus experiencias, por entrar en una estructura de paisaje o de sociedad. Entonces, no paradójicamente aunque algunos puedan pensarlo así, cada uno de sus relatos tiene la terrible fuerza de instalar al lector en el Uruguay de su tiempo, y a mí me basta releerlos para sentirme otra vez en las calles montevideanas, en los cafés y los hoteles y los pueblos del interior donde todo se da como a desgano, como él daría esos conciertos de piano llenos de polillas y cuentas sin pagar y trajes alquilados. ¿Debe pedírsele más a un narrador capaz de aliar lo cotidiano con lo excepcional al punto de mostrar que pueden ser la misma cosa?


FELISBERTO HERNANDEZ

El pianista

Felisberto Hernández nació en Montevideo el 20 de octubre de 1902. Fue el mayor de los cuatro hijos del matrimonio de Prudencio Hernández y Juana Silva. Pianista y escritor. Realizó numerosas giras presentando conciertos por el interior del país y de la Argentina. Fue compositor, destacándose entre sus obras: Canción de Cuna, Primavera, Negros, Marcha Fúnebre, Crepúsculo. Se casó en 1925 con la maestra María Isabel Guerra y ese mismo año publicó su primer libro, Fulano de Tal. En 1926 nació en Maldonado, su primera hija, Mabel. Libro sin Tapas apareció en 1929, La cara de Ana en 1930 y La envenenada en 1931. Su interés por la filosofía, la psicología y el arte, lo llevó a integrar el círculo de amigos al que pertenecían Carlos Vaz Ferreira, Alfredo y Esther Cáceres y Joaquín Torres García, entre otros.En 1935 se divorció de María Isabel Guerra. En 1937 se casó con la pintora Amalia Nieto y en 1938 nació su segunda hija, Ana María. En 1939 estrenó Petruschka de Strawinsky en el Teatro del Pueblo de Buenos Aires.
El escritor
Hacia 1940 abandonó definitivamente su carrera de pianista y se dedicó a la literatura. En 1942 publicó Por los tiempos de Clemente Colling y en 1943 El caballo perdido, obteniendo un premio del Ministerio de Instrucción Pública. Ese año se separó de Amalia Nieto. En 1946 viajó a París con una beca del gobierno francés. La Editorial Sudamericana publicó en 1947, Nadie encendía las lámparas. A fines de ese año, su mentor y amigo, Jules Supervielle, lo presentó en el Pen Club de París y en el anfiteatro Richelieu de La Sorbonne. Apareció en La Licorne la primera traducción al francés del cuento “El balcón”. En 1948 regresó a Montevideo. Se casó con la española María Luisa de las Heras, de la que se separó en 1950. En Escritura apareció por primera vez Las Hortensias en 1949, publicada en 1950 por Editorial Lumen. En 1954 se casó con la pedagoga Reina Reyes. En 1955 publicó su “manifiesto estético”: Explicación falsa de mis cuentos en La Licorne. Ingresó de taquígrafo en la Imprenta Nacional; él mismo había inventado un sistema taquigráfico en el que copió algunos de sus cuentos y el cual, aún, no ha podido ser descifrado. En 1958 se separó de Reina Reyes. En 1960 publicó La casa inundada. Ese año comienza su noviazgo con María Dolores Roselló. En 1962 salió la primera edición de El cocodrilo, reeditada en 1963, y póstumamente, en 1964, Tierras de la memoria. Murió el 13 de enero de 1964.
Coloquios y traducciones
La comunidad académica internacional le ha dedicado varios homenajes: Universidad de Poitiers en 1973, Universidad de Washington en 1993, UNESCO- París en 1997, Universidad Autónoma de México en 2002. La Intendencia Municipal de Montevideo ha designado una biblioteca con su nombre y lo ha incluído, también, en el nomenclator de la ciudad. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas: italiano, francés, inglés, portugués y alemán. Tanto Julio Cortázar como Gabriel García Márquez lo consideraron un maestro, e Italo Calvino, dice de él en un prólogo: “Felisberto Hernández es un escritor que no se parece a ninguno”.

"Solitario en su tierra uruguaya, Felisberto no responde a influencias perceptibles y vive toda su vida como replegado sobre sí mismo, solamente atento a interrogaciones interiores que lo arrancan a la indiferencia y al descuido de lo cotidiano."
Julio Cortázar

CASA DE LUSSICH

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