CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO

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domingo, 6 de mayo de 2007

Alicia Goyena

La personalidad de Alicia Goyena es una de las más ricas que puede ofrecer la de por sí fecunda historia de la educación uruguaya, sin embargo realizar su síntesis biográfica no es fácil porque en su vida se impone el sello de una austeridad y humildad que la hicieron rehuir a las estridencias y de la acción que busca reconocimiento de los otros.
Su tarea solo se puede apreciar como un todo, como una labor de cada minuto dedicada al empeño de estimular las almas hasta alcanzar plenamente su perfil propio. El testimonio de múltiples generaciones de Enseñanza Secundaria, así como el de distinguidos profesores e intelectuales que actuaron junto a ella, dan fe de sus altas virtudes de educadora.
Nació el 22 de enero de 1897 y se inició en la docencia en 1918 como profesora de Historia Americana. Se había formado en el mismo Instituto que habría de dirigir años mas tarde. La ley que lo había creado respondió a la necesidad de incorporar a la mujer a la vida cultural y social activa, en un momento en que tal derecho, tan indiscutible hoy en día, aún esperaba en muchos países pasar del plano de los principios generales al de la ejecución concreta. Al logro de ese fin dedicó su talento y su vida Alicia Goyena.
En 1922 ocupó la Cátedra de Literatura, sucediendo en el cargo a la poetisa María Eugenia Vaz Ferreira, quien había sido su profesora y la consideraba su alumna predilecta. De su modalidad docente reproducimos lo que expresa una de sus alumnas, la Sra. Sara Vaz Ferreira de Echevarría: "Era excelente, buena crítica, en ocasiones autora. Nada más ajeno a su modalidad que la de profesor adocenado, mero transmisor de conocimientos envasados; a la manera socrática hacía engendrar las almas". Durante aquellos años de profesorado fue desarrollando y manifestando su personalidad y su concepción humanista de la docencia hasta ser, al decir de Petit Muñoz, " la autoridad natural, sino todavía administrativa de aquella casa".
Paralelamente, y ya en la década del 30, bajo el gobierno de Terra, se desempeña como Secretaría de Redacción de la revista "Ensayos", publicación impulsada por un grupo de profesores con el objeto de promover y preservar los valores culturales y cívicos de la nación. Allí se publican algunas de sus pocas pero lúcidas páginas sobre teoría de la educación; para ella la teoría se formulaba en la práctica, en la vida misma. Fabbri de Cressatti, ha definido su postura frente al hecho educativo como una "Pedagogía del respeto" y recuerda lo que dice la propia Alicia Goyena al respecto en el número 16 de la citada revista: "La Enseñanza Secundaria trabaja principalmente sobre las aristas nacientes de un núcleo interior no muy bien definido. (...) Enseñar aprendiendo, investigar junto al alumno, a título de ejemplo y escuela de acción, de trabajo y aptitudes, con absoluta sinceridad para sus propios errores, falsas vías o fracasos; saber dudar.
La seguridad dogmática y la suficiente llegan a producir deformaciones aun de alcance moral... Todo esto con un fin: "La personalidad como coronamiento de promoción individual y el ensayo de sí mismo"
Estos principios guiarán su acción desde 1944, cuando fue designada Directora del I.B.O; impuso un estilo de Dirección que se ha hecho ejemplar. Hizo del liceo un auténtico hogar para sus alumnas y ella misma, cuyas jornadas de trabajo no estaban sujetas a horarios determinados. Su espíritu maternal era bien conocido por las alumnas a las que acompañaba en sus angustias y realizaciones. Los profesores reconocían su tino directriz y la solvencia moral e intelectual en que se sustentaba. Supo crear un orden apacible, logrado sin imposiciones desconsideradas, una eficacia emanada del ejemplo y, en suma, un clima adecuado para el desarrollo de la inteligencia y del espíritu.
Por eso, su obra perdurable está en el alma de las generaciones de mujeres formadas a su sombra y a través de ellas, se proyecta mas allá del tiempo hacia la sociedad toda.
En 1962, contraviniendo su voluntad, se le tributó un multitudinario homenaje con motivo de cincuentenario del I.B.O.. A él adhirieron centenares de alumnas y ex-alumnas y docentes de todas las épocas del Instituto, así como otras figuras destacadas de la intelectualidad nacional.
En 1977, luego de 33 años al frente del Instituto y de casi 60 al servicio de la Educación falleció en Montevideo el día 6 de junio; apenas unos meses después de haber sido retirada por la fuerza de su puesto de Directora en el I.B.O..
Había llegado la hora de la Historia a la que sólo pasan los que lo merecen. En 1978 la O.E.A. le confiere post-mortem un Diploma honorífico "en reconocimiento a su eximia labor en pro de la integración de la mujer en el desarrollo nacional".
En 1982 se sanciona un Proyecto de Ley por el cual se designa con su nombre al Liceo Nro. 29 de la ciudad de Montevideo.
El liceo Nro. 29 invita a recorrer el local de la actual "Cátedra Alicia Goyena" (Pablo de María 1079) que fuera su hogar; allí están todos sus objetos personales, incluyendo el diploma conferido por la O.E.A.
La vida de Alicia Goyena y sus dotes profesionales merecen perdurar ejemplarmente en la memoria de los uruguayos porque se encarnan en un modo intransferiblemente nuestro de ser y de sentir la cultura como un puente seguro hacia la verdadera libertad del espíritu que la educación debe estimular, permitiendo que cada uno se desarrolle según sus riesgos peculiares y no según fórmulas o esquemas preconcebidos.

Discurso sobre Alicia Goyena (Hyalmar Blixen)

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