CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO

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martes, 27 de marzo de 2007

BARRIO SUR: UN ESCENARIO DE LEYENDA

Pocos barrios montevideanos atesoran una historia tan variada y pintoresca. Hasta la entrada de los años 30, su crónica diaria coleccionaba un álbum de estampas particulares, sin posibilidad de repetición.
"Viejo barrio que te vas/ te doy "último adiós/ ya no te veré más"…
Todos los años, cuando en el alma de la ciudad se ensayan las bengalas con que se recibe a Momo, una brisa sureña trae a la memoria de los jóvenes viejos, los versos de Soliño que Ramón Collazo engarzó en melodía.
El homenaje cantado al Barrio Sur a punto de morir, vuelve al recuerdo con todo el estremecimiento de un "réquiem" carnavalero.
Buenos Aires y Bartolomé Mitre. Mirando al Sur, el tobogán por donde descendía noche a noche la caravana que recorría el Bajo montevideano."Con tu negro murallón/desaparecerá/ toda una tradición" .....Frente a ese murallón, en la noche del 27 de febrero de 1930, sobre tablones y tanques prestados por la Compañía del Gas, la Oxford afinó como nunca sus privilegiadas voces, para empezar a disputarle a "Un real al 69" del fenómeno Salvador Granata, el cetro de las carnestolendas del Centenario.
De nada valió la intención malvada de una llovizna persistente, de empujar al fracaso el deseo de los muchachos de Collazo de brindar a todo el Barrio Sur la primicia de su canto dolorido y viril a la vez. El coro imponente sobrevolaba a los 5000 espectadores que llegaron de todas las zonas capitalinas, convocados por la promesa de algo excepcional y único.
Yerbal y Camacuá, en el mismo corazón del barrio canalla. Al fondo el Templo Inglés en su primitiva ubicación. A la derecha, el Café Southampton, que "El Hachero" describe así: "Paredes mal alumbradas por una lamparilla grasienta, y piso de tablas anchas y flojas que crujen al pisarlas".
"Mi viejo Barrio Sur/ triste y sentimental/ la civilización/ te/ clava su puñal.
"En tu costa de ilusión/ fue donde se acunó/ el tango compadrón".
Las obras de la Rambla Sur avanzaban amontonando escombros. El enorme prostibulario conocido por "El Bajo" -que mirábamos de reojo desde las ventanillas de los tranvías de La Transatlántica en que nos llevaban a ver al Atenas en su flamante rectángulo de la calle Reconquista- sellaba su historial de vicio y machismo y se integraba a la galería de imágenes condenadas a la sepia evanescente de las épocas.
"Ya se fue tu famosa muralla/ cuyas sombras sirvieron mil veces/ de testigo " a los guapos de laya/ que morían por un corazón".....
Caían, también, en aquella escenografía de demolición, los tauras de "pantalón rayado, pañuelo al cuello y gacho requintado", protagonistas arrabaleros de reyertas y duelos que, muchas veces, "roban a cuchillo cuadros de guapeza vecinos de lo heroico.
"Y en las noches de luna febriles/ al compás del rumor de las olas/ los "muchachos con los tamboriles/ ya no entonan su alegre canción"...
Desde el aljibe de los tiempos subía el repiquetear fresco de "La Nación Lubola" y "Los Antropófagos" -apagándose ya el Siglo XIX- y de "Los Pobres Negros Cubanos" y "Los Guerreros del Sur", entrada ya la actual centuria.
Sobre esos ecos surgió después, desde la academia carnavalesca de la zona orillera, el genio creador de Granata portando el estandarte de la primera troupe: y detrás de la novedad, la Oxford brotó en el 27 de la proa de Brecha y Camacuá donde "papá Collazo" atendía el mostrador de "Los Dos Frentes" con mano férrea, para poder pagar la educación de sus hijos Juan Antonio y Ramón en el "Sadí Carnot", donde la travesura barrial que compartían con el "galleguito" de los Soliño iba a extenderse hasta los bancos del colegio francés para transformarse en amistad sin límites.
Boliche más que Almacén, "Los Dos Frentes" maquillaba con unas barricas de yerba y azúcar en el sector de los comestibles, su verdadera "vocación": despacho de bebidas, con la Caña de La Habana como buque insignia de una flota de alcoholes de variada graduación.
También a "Los Dos Frentes" le llegaría su destino.
Victor Soliño y Ramón Collazo, sobre los escombros que sepultaron una historia que ellos revivieron en "Adiós a mi barrio".
"El boliche ha cerrado su puerta/ ya no hay risa, ni luz, ni alegría/ y en la calle ruinosa y desierta/ sopla un viento de desolación. La piqueta fatal del progreso/ arrancó mil recuerdos queridos/ y parece que el mar en un rezo/ demostrara también su emoción"...
Por las calles solitarias y silentes empezaron a cruzar a comienzos de los '30, las primeras sombras fantasmales del Barrio Sur, aquél en que nació "La Cumparsita" en el piano desvencijado de la Federación de Estudiantes y donde, un poco más abajo, siempre por Ituzaingó hasta su encuentro con Reconquista, la poesía de Julio Herrera y Reisig se lanzó mil veces desde la Torre de los Panoramas hacia el mar azul. El barrio que quiso pintarse de murguista y vestirse de arpillera para subir al tablado, y asimismo supo ponerse frac y charoles para lucir en los escenarios con la muchachada del Atenas, que extendió al teatro la coreografía que "las alas negras" desplegaron en las canchas de básquetbol.
"Viejo barrio que te vas/ te doy último adiós / ya no te veré más".
Es verdad que tras el adiós definitivo se alejaron los personajes que tipificaron al barrio, recordados por Soliño con pluma entintada en el corazón. "Guido, el bizcochero italiano con una gorra de vasco y bigotes de mosquetero, con la canasta cargada de borrachos, napoleones y panes de leche: "Coji Tranca", que se ganaba la vida como sacristán en la Catedral y terminó como mozo del Pigall; Doña Florinda, la curandera, con su famoso loro boca sucia y sus no menos famosos yuyos, que con la misma facilidad enderezaban una vértebra desviada como un marido también desviado; y Monsieur Courau... y el enigmático Conde de Das... y el célebre tenor Aramburo".
Sí, es cierto que hace mucho que ya no están: pero ocurre que la historia, en sublime terquedad, se ha quedado a vivir en el Barrio Sur.
por REBAR
Sábado Show s/fSuplemento de EL PAÍS
Material publicado por La Onda/Boletín Informativo de Bibliored http://www.bibliored.edu.uy/

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