FRANCISCO PIRIA: Uruguay 2098 ¿un mundo feliz?
Ruben Tani
(Presentado en el VI Corredor de las Ideas del Cono Sur: sociedad civil, democracia e integración, Universidad de la República, Montevideo. 11/03/2004)
El mito hoy
En este trabajo reflexionamos sobre la continuidad y la actualidad de los conceptos que tratan sobre el devenir del mito cuya trasformación en ciencia de las ideas por Platón explica la posibilidad de las utopías y su florecimiento tardío en las prácticas ideológicas contemporáneas. Consideramos los aportes de Schelling, Cassirer, Lévi-Strauss, Barthes, Sahlins y otros entendiendo que el mito es un elemento simbólico constitutivo de utopías e ideologías. Estos tres conceptos ya no pueden ser reducidos por una ideología del progreso racional basado en taxonomías científicas. Se trata de una racionalidad que ha negado, pero no ha logrado eliminar el pensamiento salvaje inherente a su condición. En nuestras circunstancias, este pensamiento salvaje configura el deseo de alcanzar la utopía desarrollista, se reproduce en discursos académicos cuya racionalidad dependiente desconoce la diferencia colonial. Una racionalidad retórica cuyo contenido está pautado por reglas de estilo y de legibilidad institucionales que regulan las prácticas burocráticas de agentes sociales.
Nos interesa insistir en que mito, utopía e ideología atraviesan las prácticas políticas y los procedimientos burocráticos, los estilos de escritura y diversas áreas de estudio. En este sentido afirmaremos que la utopía es una fuente creativa que se relaciona con el concepto de la buena vida, ambos reprimidos en favor de la realización voluntaria de sus contrarios tanáticos.
En la actualidad tanto la utopía como la ideología expresan en forma eufemizada algunos temas míticos anticipados por Hesíodo y la Cábala, tales como el paraíso perdido, la Edad de Oro, la Arcadia, el beatus ille, el buen salvaje, el progreso moral, todos ellos síntomas de la falta y la caída originales.
Sin embargo, aquello que el concepto de utopía proponía, es decir, la cuestión ética, política y económica que desde el siglo XIX con el socialismo y hasta nuestros días se constituyó en cuestión clave de la política, la imaginación, el destino de las sociedades occidentales que ha sido apropiado por una ideología también centrada en la anticipación científica de acontecimientos realizables porque ya no están situados en tiempos y espacios aparentemente ‘ficticios’. Sus grandes tópicos narrativos cotidianos son los viajes a través del espacio-tiempo y la utopía genética de los organismos replicantes del futuro.
1. La actualidad de la utopía
Francisco Piria se dedicó al negocio de los bienes raíces, al loteo de extensiones de tierra, al trazado de plazas, calles y barrios. También fundó la ciudad de Heliópolis, luego Piriápolis, sitio en el que construyó una importante infraestructura hotelera, portuaria, minera y agroindustrial actividad que promocionó mediante paquetes turísticos en Buenos Aires y Rosario coordinando los vapores de Mihanovich y el transporte terrestre. No obstante ello, nos proponemos como objetivo central destacar la producción intelectual de nuestro autor, quien en 1898 publica El socialismo triunfante. Lo que será mi país dentro de 200 años donde expone los resultados de un proceso de revolución política y económica originado a partir de la eliminación de las aduanas, del proteccionismo y la introducción del libre cambio universal. Como consecuencia de dicho proceso, la humanidad ha vencido todas las enfermedades aumentando extraordinariamente la expectativa de vida y se ha llegado a un estado en el que reina la más amplia aceptación respecto a las de diversas religiones y creencias.
En dicha obra describe el progreso científico: autos y vehículos que funcionan en base a aire comprimido, instrumentos inalámbricos de comunicación a escala global y nuevas fuentes de energía, haciendo énfasis en la energía solar. También en su utopía socialista se han realizado sus sueños urbanísticos como los de unir el campo con la ciudad, realizando una unidad regional integrada a un mundo sin fronteras realizado en una "Confederación Universal" donde no hay proteccionismo, ejércitos ni policía, en el que los niños son educados por el Estado a partir de los cinco años de edad, la jornada de trabajo demanda dos horas diarias, la herencia es limitada a un mínimo y la tenencia de la tierra no puede superar las diez hectáreas. Se trata de un proceso de adelantos políticos, sociales y tecnológicos que configuran el socialismo "razonado" e incluye una reforma agraria gradual, basada en la progresiva eliminación de la herencia sobre los bienes, especialmente sobre la tierra. Resulta interesante relacionar los aspectos críticos sociales que describe en sus obras anteriores con la expresión generalización que toman en esta utopía local y universal. Se podría decir que Piria pertenece a la generación del "impulso" uruguayo cuya característica principal consistía en vivir en una actualizada conexión con las novedades sociales, culturales y económicas de la actualidad mundial y europea en especial.
2. "Lo que será mi país dentro de 200 años"
El socialismo triunfante de Francisco Piria es una obra cuyo contenido fundamentalmente social, ético y político en la cual el progreso técnico se presenta relacionado con valores cuya certeza absoluta pueda ser discutida hoy. No cabe duda que en esta obra el autor, explicita una opción vital preferible en perspectiva, no solamente favorable para el protagonista o el narrador, sino también como la única moralmente válida para la propia vida social.
El concepto de "socialismo" de Piria se lo debe interpretar según la tradición política de Godwin, Saint-Simon, Owen, Fourier y Bellamy, integrado en una novela que pertenece al género de anticipación, ficción cuyos recursos narrativos también tiene antecedentes clásicos. (Ardao, 1968:145). Sin embargo es importante señalar que en una obra de anticipación no todo es ficción, así como en la realidad no todo es real o verdadero. Resulta difícil reducir una narrativa utópica a sus aspectos ideológicos y a sus elementos de ciencia ficción. La narrativa utópica de Piria, como otras, se caracteriza por integrar temas éticos, políticos, económicos, educativos, urbanísticos, religiosos y tecnológicos, tópica cuya posibilidad o imposibilidad de realización no es fácil de discernir en todos y cada uno de los casos.
En obras anteriores Piria presenta una preocupación social ligada a análisis y la crítica, mediante estadísticas y datos sobre inmigración, emigración, macroeconomía y descentralización, etc., de algunos aspectos culturales y económicos anteriores a la época del primer batllismo, temas que explican los alcances de su obra de ficción. Por esta razón su anticipación científica, es hoy técnicamente en parte realidad y, el carácter utópico radica en aspectos que podrían haberse realizado en este país de no haber triunfado las utopías negativas que podrían sintetizarse con la metáfora del "freno" de Real de Azúa. Aunque parezca un tanto extraña la estética greco-romana con la que Piria adorna la monumental urbanización (construcciones de 300 metros de alto), ¿es acaso descabellado que en 1898 se haya planteado la construcción de un puente (babilónico) sobre la bahía de Montevideo? o demasiado utópico ¿que en cada departamento de la República se construyeran Universidades de las cuales egresarían capacitados técnicos, científicos y humanistas con el fin de realizar obras de infraestructura urbanística y realizaciones artísticas?
El socialismo triunfante alcanza la condición humana y uruguaya en una visión alegórica que se consigue a través de una mecánica doble: por un lado, los elementos de la ficción, como la historia, el argumento, los personajes, transformando un sueño en un viaje a un futuro que resulta verosímil en la perspectiva negativa de lo no realizado y no de lo supuestamente irrealizable.
Esta obra nos presenta un posible Uruguay 2098 cuya condición de proyecto irrealizable no radica en la razón utópica de Piria sino en la incapacidad de realizarla, aunque sea en parte, y aún más, existe una negativa a realizarla favoreciendo utopías negativas que lejos de guiar a los ciudadanos a la vida buena que se les promete los arroja en el eterno retorno de lo mismo: la irracionalidad capitalista planificada y ejecutada por individuos que buscan para sí lo que ellos consideran la buena vida, es decir utopías de clase.
La democracia clientelista no deja de ser un sistema que privilegia a unos pocos mientras grandes capas de la población son cada vez más pobres y muchos de sus derechos fundamentales son violados. Particularmente en los países del tercer y del primer mundo, la fantasía o la utopía del capitalismo real, ha sido un verdadero factor de subdesarrollo y corrupción.
Piria como los socialistas utópicos critica a la sociedad en que vive pretendiendo cambiarla mediante la imaginación de proyectos que forman parte de una actitud que rechaza la tradición clientelista uruguaya de una autoridad establecida democráticamente. Entre los temas sociales y éticos sustantivos Piria sostiene (¿ingenuamente?) que es necesario realizar la descentralización burocrática, la abolición de la propiedad privada y condicionar la herencia como paso que permita un modelo social alternativo que tenga en cuenta las capacidades y los méritos de los individuos, en la creencia ampliamente compartida en la época de que la racionalizad tecnológica resultará de utilidad instrumental par la realización social del ser humano.
La utopía de Piria posee una característica de género que comparte con la alegoría, la fábula y la poesía si esta como afirma Maiakovski necesita de un "realismo tendencioso" expresado mediante el empleo de recursos técnicos revolucionarios que permitan evitar toda épica protocolar y descriptiva para buscar una expresión fantástico-utópica. (Ambrogio, 1975:81).
3. Mentiras verdaderas: la ideología neoliberal como utopía negativa
En un régimen de sublimación represiva, la utopía, el mito, fantasía y los sueños, constituyen una parte de la posibilidad de la existencia humana que se reprimen o se cosifican. El interés ideológico que insiste en relacionar a la utopía con lo irrealizable la transforma en el mito del eterno retorno de lo reprimido. Este argumento literal se basa en que lo que se considera deseable y excelente en una época no por ello se debe aceptar en otra. Sin embargo, y en primer lugar, si se interpreta alegóricamente a la tópica que interesa a casi todas las utopías y en este caso la de Piria, debemos desechar una interpretación literal de sus aspectos éticos, políticos, económicos, educativos, tecnológicos, religiosos y urbanísticos.
En segundo lugar, la utopía como género relaciona mito, memoria, sueño y espectro, mediante una narración que posee una trama característica, una fabulación y una amplia gama de técnicas al servicio de la verosimilitud. En realidad toda utopía es una narración mítica, en general del futuro, cuyo efecto retórico se caracteriza por transformar el presente en pasado. Los mitos orales tienen por efecto actualizar el eterno retorno circular del origen ritualizado en el presente histórico en tanto que la utopía como mito prospectivo es parte del rito occidental de transformar, mediante la memoria y el sueño, el futuro en presente. Sin embargo, estas narrativas míticas comparten la idea circular del origen y la integran además en la memoria oral o escrita, el sueño y la presencia espectral de los antepasados. Con esto queremos afirmar que no se debe plantear el mito como una irrealización perpetua de un sueño que no pasa de ser una fantasía de un fantasma o espectro que ronda, en este caso Piria cuyo personaje literal se sumerge en un sueño para despertar en un futuro Uruguay integrado activamente en el Mundo.
El tema de la utopía ha generado innumerables publicaciones especialmente dedicadas a este mundo pos-mitológico y pos-ético en el cual se actualizan y realizan los mitos inmorales e irracionales sostenidos por individuos que son elegidos por una "muchedumbre solitaria" que buscando en vano la paz interior se generan un mayor desasosiego. En este sentido es que consideramos que el concepto de utopía debe estar ligado al concepto de vida buena, pero los intereses políticos siempre han presentado estos conceptos como producto de una especulación "irrealizable" con la intención de favorecer utopías negativas. Además, el orden de la memoria también se realiza mediante fantasías verosímiles narradas mediante el recurso del sueño, en el caso de Piria y Bellamy, sueño cuya presencia desplazada en la realidad es actualizada en la escritura, un sueño ausente y presente a la vez, un "sueño realizado" por un narrador cuyo espectro asedia a los vivos desde el pasado y desde el futuro al ‘mismo’ tiempo. Los interesantes comentarios que realiza Caño-Guiral a propósito de Historia Kiria, la utopía retrospectiva de Figari, nos da un ejemplo de utopía cuya virtualidad ha sido realizada suponen que el futuro es el presente. (Caño-Guiral, 1968:81).
Por otra parte, la única diferencia que puede caracterizar a la utopías no es su aspecto positivo o negativo, sino la aparente virtualidad edificante de las utopías de Moro, Campanella, Saint-Simon, Fourier, Cabet, y las utopías realizadas o realizables que expresan Zamiatin, Huxley, Capek, Orwell, aplicables tanto a regímenes como a democracias totalitarias según sugiere E. Fromm en su comentario a la edición en inglés de la novela de Orwell: 1984. De allí se explica que la "guerra es la paz" es una posibilidad indiferente a cualquier forma de gobierno, y así, según el segundo Bush, el fin de la guerra anuncia su continuación.
En este sentido tampoco resulta fácil establecer una diferencia fundamental entre utopía feliz y contra-utopía (utopía negativa) porque las utopías negativas de Zamiatin, de Huxley y Orwell describen proyectos utópicos realizados revestidos de "racionalidad" ideológica, es decir, aquellas narrativas cuyas fantasías y sueños actualizados generan expectativas en relación a la transformación progresiva de la existencia humana que luego se transforman en pesadillas. La perspectiva de la buena vida concluye en formas de existencia cotidiana cuya atrocidad es aceptada como condición de una solución feliz futura. En el presente la realización ideológica de la utopía de la economía de mercado se propone en forma paradójica como solución final de todos los males generados por su propia actualización irracional.
Una nueva hermenéutica debería consignar a la utopía como la narrativa mítica que interroga la tragedia del origen, escenificada en un teatro circular que en el presente histórico descentra la perspectiva del futuro. Además debe considerar que lo que se considera ideológicamente como real, esto es, la presencia plena de un agente racional en el mundo presente está rodeada y asediada por la memoria, el sueño y los espectros, de Marx, de Kennedy, de Piria, etc. Esta estructura ontológica circular escenifica la presencia plena de la diferencia que incluye la presencia del espectro, la memoria, el olvido y la realidad del sueño. La utopía tanática actual globalizada, trata de integrar en su ideología, todos los mitos, las fantasías y los sueños al mismo tiempo que su presencia ominosa constituye la realidad y la posibilidad de una existencia humana que se reprime y se cosifica.
En general se critica a la imaginación utópica, aunque proponga un objetivo deseable de lograr, por los aspectos negativos que ha entrañado casi siempre su realización. Se le oponen los logros de una utopía racional que gobierna mediante leyes ajustadas, que regulan y vigilan los menores detalles de los comportamientos, que paradójicamente limitan las expresiones de libertad y autonomía de los individuos controlados mediante una dialéctica terrorista del Estado orwelliano actualizado en 2004.
Un ejemplo actual del control de los individuos es propia de una ficción utópica, mediante la confianza en el error planificado de la tecnología orwelliana, que como en el filme Brazil de Terry Gillian, una simple mosca en el teclado desata consecuencias nefastas, es decir, un virus, un acto fallido. Solamente esta doble condición explica porqué Terminador viene del futuro al presente y como Robocop es un cyborg que tiene memoria humana y que recuerda:
a) La actual ideología globalizada no es otra cosa que un mito, una utopía, un sueño realizado, asediado por una espectralidad global que completa su constitución racional fallida. El artefacto, la máquina, la tecnología, la prótesis y la clonación no son meros elementos literarios que escenifican el progreso técnico; estas "fuerzas productivas" del progreso son constitutivas de tal utopía científica. Por el ejemplo el Shock del Futuro de Alvin Toffler publicado en 1970, es un ensayo que parte de un análisis científico y cultural para diagnosticar un futuro cercano y considerado probable. Este tipo de texto puede ser considerado dentro del género utópico.
b) El acto fallido de Austin y de Blair, el acto de habla fallido propio e inherente a una metafísica de la presencia sin fantasma, es propia del animal racional cuya competencia oral le permite realizar actos de habla felices en un mundo real, en tanto que el actor o el personaje de una obra literaria no puede proferir actos de habla felices, con lo cual se repite la división jerárquica entre el mundo real en el cual se expresan competencias racionales y el mundo "decolorado" de la ficción, el mundo del fantasma, del espectro y del sueño.
La última utopía que entretiene a la humanidad participa de esta doble condición ideológica, es decir, la totalización del control y vigilancia tecno-cráticas que ejercen las democracias clientelistas, se realiza manipulando los temores conscientes de los ciudadanos y, si estos temores no tienen una adecuación objetiva, se dramatizan mediante figuras y recursos narrativos expresados mediante actos de habla que resultan, casi siempre, malas apelaciones, malas ejecuciones e insinceridades o abusos, expresados en el ágora global en el tiempo real mediático de la máquina, insinceridades reñidas con la ética protestante y cualquier ética que elija el lector o escucha de cualquier comunidad.
4. Los espectros de Platón, Cervantes y Marx
Según Gramsci el defecto de las narrativas utópicas consiste en proporcionar una descripción de elementos secundarios cuando lo razonable sería realizar una prognosis basada en principios sociopolíticos y culturales generales. La utopía como creación voluntaria de los hombres puede guiar la praxis política del bloque popular en su aspiración al socialismo, pero sin ser reificada mediante una ideología de clase particular. Gramsci anticipa el problema estudiado por E. Bloch, K. Mannheim y Hans Jonas y otros: ¿se puede expresar la anticipación profética de una sociedad futura? cuando se ha llegado al fin de la utopía por su realización globalizada mediante la ideología de un imperio democrático. ¿Qué se puede oponer a este mejor de los mundos posibles del neoliberalismo? Una contra-utopía que exprese realmente los aspectos creativos de un proceso mediante el trabajo en la diferencia y la descolonización, una praxis política cuya utopía sea una opción a la sublimación represiva que describía con acierto Marcuse.
La muerte de la utopía, entendida ésta como anticipación de lo posible más allá de lo actual, según Ricoeur, ya había sido intuida en los años treinta por Karl Mannheim interpretando que la secularización de la utopía mediante su reificación en el socialismo real y la burocratización de la utopía liberal anunciaba un proceso de racionalización que reducía todas las utopías a ideología. (Ricoeur, 1999: 299). Para Mannheim, esta secularización de la utopía en un mundo que la ha realizado, en el que la perfecta alienación entre pensamiento y realidad social parece impedir cualquier posibilidad de cambio futuro colocándonos en un mundo totalizado como lo real. Aunque los individuos se han adaptado a vivir la utopía contemporánea realizada, creen aún en ilusiones; lo que han perdido es un sentido de la direccionalidad propia de la racionalidad mitológica occidental. (Ricoeur, 1999: 300).
Las prácticas ideológicas de clase producen una direccionalidad histórica que reduce la utopía a mera fantasía, un fantasma, acto fallido, síntoma que sin embargo aparece dándole significado a la sublimación represiva del deseo y la locura expresada en las relaciones de poder dominantes en la actualidad.
La utopía neoliberal que alienta las elecciones racionales de los individuos en una sociedad aparentemente sin Estado y sin historia contradice sus argumentos mediante una práctica contradictoria e ideológica que produce historia. En realidad no hay capital sin Estado, no hay soberano sin Estado y no hay imperio sin Estado. El capitalismo globalizado ha terminado por secularizar el impulso utópico del progreso indefinido, acumulativo y lineal, instaurando un proceso mítico circular como los mitos orales de las tradicionales comunidades sin escritura. El presente globalizado termina, como un ‘pensamiento salvaje’, por incluir al mismo tiempo el pasado y el presente.
Por lo antes expuesto no estamos de acuerdo con el análisis del concepto de ideología de Ricoeur, basado en el doble carácter positivo y negativo de la utopía, y que retoma la idea de "ningún lugar" expresada en la propia palabra y en las descripciones de Tomás Moro. De este modo la utopía, representaría un instrumento simbólico contradictorio, que en realidad reproduciría el pensamiento alienado de la ideología como una demencia razonable que se expresa mediante el protocolo de escritura escolar que critica Bourdieu. Resulta una contradicción flagrante pretender realizar el ejercicio de una interpretación racional de la utopía, porque sería reducir una expresión mitológica ya que no nos permitiría re-pensar nuestra realidad social íntegra; en el mal entendido que Mito y Ciencia no se mezclan.
La tradición analítica del Logos inscripta en la literalidad de la lexis racional es incapaz, en principio, de comprender la expresión tautegórico de un ensayo mitológico que no es alegórico. Debemos pensar en un pliegue de estos conceptos mencionados, y por lo tanto entender que el mito, la utopía y la ideología no son productos de la evasión y la fantasía. Las narrativas que las utopías ofrecen respecto a temas tales como la sociedad, el poder, la familia, la religión, el progreso, etc., proponen una diferencia con la realidad aceptada como destino manifiesto de una teleología que es mera ideología cotidiana.
Los discursos cotidianos manejan en forma consciente y ambigua una relación entre lo ideológico como ilusión y lo ideológico como integración cultural, que les permite el juego de la legitimación de las instituciones políticas y del orden social presente. Por esta razón no compartimos la distinción tajante que realiza Ricoeur cuando expresa: "si la ideología es legitimación, la utopía es una alternativa del poder existente. Puede ser una alternativa del poder o una forma alternativa de poder". (Ricoeur, 1999: 325).
La mitopraxis política cotidiana reduce el conflicto entre las distintas diferencias ideológicas y, en última instancia, ordena las distintas formas de acceso a las instituciones y prácticas reguladoras de las relaciones de los individuos dentro de diversos órdenes de jerarquías. La ideología como praxis política propia de la utopía de las sociedades complejas, es parte del habitus que los aparatos y los campos, reproducen para clasificarse, distribuirse y, determinar las posiciones de poder que los sujetos ocupan unos con respecto a los otros.
La mitopraxis es una actividad discursiva que se auto-legitima mediante actos de habla (¿sinceros?) que tienen por función de campo, justificarse y reproducirse en el lugar de poder desde el cual se enuncian.
Mannheim basó su caracterización de las utopías en relación a la temporalidad lineal de las narrativas sociales que las expresan. Pero, si en las utopías, la secuencia temporal marca la dirección del cambio histórico, debe concluir entonces que la historia de la utopía se ha constituido en una gradual aproximación a la vida cotidiana y, por lo tanto, a la secularización total de la utopía. (Ricoeur, 199: 299).
Como en realidad no existe una temporalidad lineal trascendente fuera de la escritura de la historia, este discurso produce el nexo entre ideología y utopía, ya que ambas se expresan y reproducen mediante el mismo elemento simbólico. La temporalidad como dimensión mítica se ha tejido entre la historia de la escritura y la escritura de historia. Esta ambigüedad que también es una figura retórica ha sido ideológicamente separada y desconocida por el pensamiento mitológico occidental que aspira al idea utópico de la literalidad, científica y transparente, sin residuos de ambigüedad alegórica, renovando el esfuerzo de Platón que sin embargo escribía ensayos literarios, es decir míticos, en favor del Logos, pero no cometiendo la ingenuidad de Austin, ya que conocía la ambigüedad inherente del procedimiento mito-lógico de los actos de habla diferidos de Sócrates que Platón realizaba en su escritura. Además, le debemos la alegoría de la caverna que plantea la existencia real de los fantasmas y las sombras, tema que reenvía a la sutil ontología que el famoso pasaje de la cueva de Montesinos de Cervantes expresa mediante un diálogo imposible, según Austin, actos de habla que intercambian el espectro de Durandarte y de Belerma con el Caballero de la Triste Figura.
Así, la ‘realidad’, es un concepto utópico resultado de una alienación debida a la ilusión ideológica de una racionalidad afectada por la división del trabajo y por lo tanto, se desconoce como fuerza de trabajo que realiza una práctica utópica en una determinada área del campo jerarquizado de las instituciones.
Pero además, los conceptos de utopía, ideología y mito se relacionan y alternan ambiguamente en un campo de conceptos relevantes con respecto a la constitución del pensamiento mitológico y del pensamiento racional: oralidad-escritura, ideología-ciencia, teoría-práctica, desarrollo-subdesarrollo, socialismo-barbarie, democracia-terrorismo, economía de mercado-socialismo real, entre otros tantos.
El sintagma "socialismo real" expresa la existencia de una realidad espectral, la ambigüedad radical de una utopía ausente y presente a la vez, de una utopía por realizar, realizada y de nuevo por realizar, según las expectativas históricas y personales de Piria. Es en este sentido, si se trata de definir el concepto de utopía en relación con el concepto de temporalidad, debemos considerar que si el tiempo lineal es propio de un esquema fenomenológico de orientación basado en el principio de linealidad y causalidad del significante, también articula otro movimiento, la perspectiva circular que permite el eterno retorno del mito. Como el tiempo lineal es circular, tanto la utopía como el mito, oral o escrito, tienen una temporalidad recurrente que se expresa en la iteración de la diferencia en la repetición.
Esta perspectiva circular se produce por el continuo trabajo social de apropiación y de re-interpretación retrospectivas. Así, la intención que expresa el sintagma "del socialismo utópico al socialismo científico" de Engels, una conocida inscripción fechada en 1880, puede transformarse en: a) "del socialismo utópico al socialismo científico y de nuevo al socialismo utópico" y, b) en "el socialismo científico es utópico". Esta transformación y reapropiación es una práctica discursiva, siempre histórica y social. Enunciado utópico que puede formar parte de prácticas discursivas estereotipadas que reproduciendo la alienación de su propia fuerza de trabajo intelectual, mediante la reificación del puro significado separado de la escritura, lo convierten en una mercancía-objeto.
Desde un punto de vista materialista, la experiencia del tiempo que insume un operario intelectual en la interpretación de la escritura y la lectura de textos, supone un proceso de producción social que transforma esta temporalidad en historicidad narrada mediante el trabajo de escribir o de leer por ejemplo el sintagma que enuncia el fin de esta historia.
CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO
sábado, 17 de marzo de 2007
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