La ciudad del Sol
La primera vinculación con la alquimia en Piriápolis es el nombre que Piria quería darle originalmente a la ciudad: Heliópolis, "la ciudad del Sol".
De hecho, el nombre de Piriápolis fue un invento de los periodistas que le tomaban el pelo ante el planteo de Piria de construir una ciudad, en lo que entonces eran sólo arenales. Por otro lado, una cosa era crear un barrio y otra, muy diferente, una ciudad completa. Nadie se lo creía y así, irónicamente, bautizaron a la planeada ciudad Piriápolis, la ciudad de Piria, y finalmente ese nombre le quedó.
Mitológicamente Heliópolis es la ciudad donde renace el Ave Fénix, símbolo emblemático de la regeneración por el fuego, tema central en la alquimia, a la cual también se la llama "labor solis", la Obra del Sol.
El sol está asociado al oro, tanto al material como al oro -o sol interior- que debe ser extraído de entre la escoria.
Llama la atención también que las dos obras alquímicas fundamentales del Siglo XX, "El misterio de las catedrales" y "Las moradas filosofales", de Fulcanelli, estén ambas dedicadas a "los hermanos de Heliópolis".
Con respecto a estos libros, quien siga el mismo método de Fulcanelli y "lea" a Piriápolis como aquél hizo con las catedrales y mansiones francesas se sorprenderá de lo que desvela esa "lectura". Y de hecho, éste es el método que se ha seguido en estas páginas, las cuales son un adelanto de un libro de próxima aparición.
La era de Acuario
Piriápolis también podría ser llamada con justicia "la ciudad de Acuario", porque son varias las alusiones a este signo y, sobre todo, a la era astrológica en que estamos viviendo.
El planeta regente de Acuario es Urano y el símbolo de este planeta es una H, con un pequeño redondel en el travesaño de la misma. Viendo una foto aérea del Argentino Hotel veremos que su planta tiene precisamente esa forma.
El redondel aludido corresponde en el hotel al lugar donde está la escalera que une las distintas plantas y allá se encuentra un vitral con delfines, otro símbolo comúnmente usado para aludir a Acuario.
Por otro lado, en los jardines que adornan el frente del hotel, vemos la representación más frecuente de este signo: la muchacha con el cántaro.
Finalmente, si se toma un plano de Piriápolis o una fotografía aérea, y se unen con un trazo los diferentes puntos donde se encuentran los principales símbolos alusivos a la alquimia, nos llevaremos la sorpresa de ver que el diseño se corresponde perfectamente con el de la constelación de Acuario... Nada en Piriápolis está hecho al azar y si sabemos leerlo, todo nos indica algo.
Símbolos Templarios
En la fachada del hotel Piriápolis que da hacia el Argentino, aún se encuentran vestigios de la vereda original, yen ella vemos varios diseños, entre los cuales se destaca la cruz templaria.
Estos diseños están realizados con piedras negras, blancas y rojas, los colores fundamentales de la obra alquímica, colores por los cuales pasa la "piedra de los filósofos" hasta convertirse en la "piedra filosofal".-
La cruz de los Templarios es un recordatorio de los orígenes del conocimiento alquímico de Piria, recibido de su tío, monje jesuíta, en Dianomarino.
También es una alusión a la fuente de la Plaza Matriz, en Montevideo, cuyos caminos de acceso, vistos desde arriba tienen el diseño de esta cruz. Piria fue el principal promotor para que esta fuente estuviera allí.
¿Un próximo cataclismo mundial?
A lo largo de toda la rambla vemos, cada tantos metros, una columnas rematadas por una esfera. Esta esfera es en realidad un mapamundi. Aunque la erosión ha hecho su trabajo a lo largo de los años, en algunas aún se aprecia el relieve con el contorno de los continentes, pero si se mira con atención, notaremos algo llamativo: no se trata de la forma de los continentes en la actualidad... ¿Error o llamado de atención?
El nieto de Piria que durante décadas estudió el simbolismo dejado por su abuelo, llegó a la conclusión de que en esas esferas están representados los continentes tal cual se verán luego de la catástrofe que sufrirá la Tierra, al llegar nuestro sistema solar al extremo de la Galaxia, hecho que se repite aproximadamente cada 12.000 años.
En uno de sus libros Piria dice: "No basta ver, hay que ser vidente". En "Lo que será mi país dentro de 200 años", escrito por él en 1898, Piria menciona varios elementos que en su época no existían y que hoy son comunes: la música funcional, el aire acondicionado, el hovercraft y hasta el fax. Algunas anécdotas contadas a este autor, confirman la capacidad de Piria de ver más allá.
Por esto vale la pena tomar en cuenta lo relativo a la futura (¿inminente?) catástrofe, pues no sólo nos alerta de ella, sino que también nos indica la zona propicia para no ser afectado.
En su investigación, el nieto de Piria descubrió que en el departamento de Rivera, al norte del Uruguay, existía un pequeño obelisco de unos cinco metros de altura que en su base tenía sólo una inscripción: PIRIA. Se preguntó qué hacía allí, en medio del campo. Años después, en unos papeles de Piria, encontró la solución. Este obelisco marcaba el vértice superior de un triángulo cuyo ángulo derecho estaba en Piriápolis y el izquierdo en la Fuente de la Plaza Matriz de Montevideo.
Según Piria esta zona es la más segura, por su firmeza, lo que garantiza mínimos efectos ante los movimientos telúricos que se producirán en su momento.
Los grifos
Delante del Argentino Hotel se encuentran dos figuras conocidas comúnmente como los "leones". Técnicamente, se trata de grifos, figura emblématica mezcla de león y águila, que simboliza el combate entre ambos seres,que finalmente se fusionan en uno solo: el león alado.
El león es un símbolo de lo terrenal, lo corporal, lo material, mientras que el águila representa lo espiritual, lo elevado.
Todo en la alquimia apunta al ser humano, por lo tanto este combate materia-espíritu tiene lugar en el hombre mismo, entre sus planos aparentamente irreconciliables. Pero si luego de esa lucha logra el equilibrio accede a un tercer estado de conciencia. Luego de ello, el león pierde la melena, pero gana alas. Esto nos indica que sin perder ni desdeñar el estado físico ahora puede volar por los planos superiores de la conciencia y la realidad.
Si bien las representación de este combate es entre un león y un águila, otros autores, como Cyrano de Bergerac, lo muestran como la lucha entre la rémora y la salamandra, pero el significado es el mismo.
El vitral
El vitral que se encuentra en el Argentino Hotel, tiene, más allá de su belleza estética, símbolos con un mensaje definido en cuanto a la vida personal de cada uno. Vemos allí una fuente en cuyo pilar central hay delfines. El delfín es un símbolo del ser humano. A pesar de vivir en el agua, no es un pez, sino un mamífero, y por lo tanto, debe subir a la superficie para respirar, de lo contrario se ahoga.
El ser humano es igual: si bien vive en un entorno físico y material debe, periódicamente, subir al plano espiritual, para "respirar" de su esencia, de lo contrario también se ahoga.
Se trata de equilibrar lo físico y lo espiritual, y en ningún caso negar un plano en función del otro. Es tan negativo ser totalmente materialista como totalmente espiritual. El equilibrio es la clave de la sabiduría.
También se ve en este vitral una cascada de rosas. La rosa, tal cual la conocemos hoy, fue la creación de un alquimista sufí a partir del escoromujo, o rosa silvestre, y se convirtió en símbolo de la piedra filosofal y de cómo el alquimista puede perfeccionar a la Naturaleza. Es, además, símbolo de los deseos, y aquí, al estar encadenadas, Piria nos recuerda que tenemos que saber encadenar nuestros deseos. Nadie logra una meta de buenas a primeras y generalmente nos ponemos sub-metas en camino a la meta principal. Pero no solamente debemos encadenar y organizar nuestros deseos, sino que también debemos desechar todos aquellos que no sean compatibles con la meta y nos puedan desviar de ella. Una buena lección que Piria sin duda supo llevar a la práctica en todo lo que hizo.
Las fuentes del toro y de Venus
La estatua del toro, ubicada en el cerro del mismo nombre, es un símbolo de la primera operación de la alquimia: "extraer el agua de la piedra", operación que desconcertó a muchos estudiosos a lo largo del tiempo.
Si bien tiene implicancias concretas en la alquimia química, en el aspecto personal significa la extracción del cuerpo astral - o cuerpo sutil - que se halla encerrado en el cuerpo físico. A este cuerpo se lo simboliza como el "agua" y es con esta agua que luego hay que lavar y blanquear la "piedra", para purificarlo.
El toro es un símbolo del cuerpo físico y al echar agua por la boca alude a la operación mencionada.
Pero: ¿cuándo es el momento más propicio para realizar esta operación? ¿En qué momento la propia naturaleza nos ayuda a ello? La clave se encuentra en la fuente de Venus, que Piria colocó no lejos de la del Toro.
Venus es el símbolo de la primavera, la época en que la tierra reverdece y se regenera. Los textos dicen ante esta primera operación alquímica: "Que los astros y Venus y la Diana creciente te sean propicios": refiriéndose a la estación primaveral y a la luna creciente. Siendo éste entonces el mejor momento para extraer el agua de la piedra.
La iglesia
La Iglesia de Piriápolis, ubicada en la ruta que une el balneario con la ciudad de Pan de Azúcar, fue diseñada por el propio Piria, financiada por él y donada a la Curia... pero ésta nunca la aceptó, por lo cual jamás funcionó como iglesia y tuvo, a lo largo de los años, usos diversos y nada religiosos. Hoy está casi en ruinas.
La razón por la cual la Curia no quiso aceptarla, fue que Piria la diseñó según las antiguas "Leyes de Indias", y por lo tanto se orientaba al Este, a la salida del sol, además de tener varios símbolos alquímicos en su diseño original. Si bien la Iglesia como institución conoce muy bien - sobre todo en las altas esferas - lo que es la alquimia, no lo reconoce abiertamente y aceptar la iglesia tal cual estaba era una forma de reconocimiento que no se podía permitir.
Según sus papeles personales, Piria la había diseñado de tal forma que, el día del equinoccio de primavera, un rayo de sol atravesaría determinado punto del vitral que adornaría el rosetón frontal y el rayo de luz iluminaría un punto del altar donde él dejaría un poco de "polvo de proyección" - la sustancia final que permite hacer las trasmutaciones - para que quien la descubriera, pudiese comprobar la realidad de la alquimia.
Esto coincide con la tradición mencionada por Fulcanelli en "El misterio de las catedrales": dejar una prueba material de que el alquimista logró su propósito. Finalmente Piria dejó la prueba en su escritorio de La Industrial ... como un pisapapeles, el que tiempo después fue descubierto por su nieto.
CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO
domingo, 18 de marzo de 2007
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