CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO

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martes, 27 de marzo de 2007

LA COMEDIA NACIONAL Y SUS HISTORIAS
"El León Ciego", los extremos de la crítica

Si al decir de Angel Curotto (ver nota aparte) la Comedia Nacional “no nació entre caricias” (*I), su primer estreno, la obra del autor compatriota Ernesto Herrera El León Ciego, tampoco se realizó entre algodones y rosas. Los eufóricos aplausos de un público que colmaba las instalaciones del recientemente remozado Teatro Solís, no hacían mella en las observaciones de la crítica que juzgaba severamente su actuación.
El estreno de El León Ciego dio lugar a que se expresaran aquellos que tenían reparos a la creación institucional de la Comedia Nacional por parte de la Comisión de Teatros Municipales presidida por Justino Zavala Muniz, insistiendo, aun el mismo día en que el conjunto se presentaba ante el gran público, que esto no era más que “un simple ensayo”, aunque reconocía que implicaba todo un “esfuerzo” del cual “pueden surgir valores que determinen más tarde, la creación de una verdadera Comedia Nacional, que financiada por el Estado, nos ofrezca Teatro Rioplatense en su más perfecta y noble expresión”. (*II) La calidad del espectáculo logrado esa noche fue, para el mismo crítico, de tan “alta dignidad que es un signo afirmativo y rotundo, de que nos encontramos en el auténtico camino hacia lo que deberá ser algún día la Comedia Nacional” (*III)
Para otros, descreídos de que fuera posible que algún día se llegara a crear una compañía de teatro nacional estable, que difundiese teatro uruguayo y universal con un nivel del que los uruguayos pudiesen estar orgullosos, debido a la falta de actores, directores y autores profesionales que hicieran posible ese propósito; los reparos al estreno de El León Ciego comenzaron con la propia elección de la obra a interpretar por parte de la Comisión de Teatros Municipales, y los valores literarios y personales del propio autor.
“Herrera no es aún un clásico de nuestra literatura romántica. (...) Anarquista doctrinario y psicólogo, individualista sin una última verdad, no se adscribió a postulados pragmáticos... Observador de tipos y costumbres, su obra, empero, no es densa ni perdurable. (...) De su teatro nos quedamos con El León Ciego... Es su obra más lograda, la más firme, escrita sin vacilaciones, de aliento épico, con caracteres de una sola pieza... El León Ciego se va alejando empero, de nuestra atención reflexiva, de nuestra sensibilidad estética. Queda confinada, la obra, en una época ya lejana, porque es documento de un tiempo heroico. Los espectadores de hoy, nutridos de un nuevo humanismo, y ante nuevas valoraciones del individuo, no pueden sentir ese problema de la gracia épica, esa entrega al Ananké cimarrón, esa identificación del hombre con la tierra que lo empujó en un sesgo peculiar de su espíritu, a soluciones que superarían las condiciones vigentes de vida."Esos dramas dolorosos, no convienen totalmente, a nuestros días pero en esta cruzada, de revisión de valores y de difusión de otros nuevos, ¿cómo habría que(sic) quedar al margen Herrerita?” (*IV)
Siempre hay quien marca el camino del medio, que en este caso bien podría estar representado por el periódico La Mañana, cuyo cronista vio en lo ocurrido la noche del 2 de octubre en el Teatro Solís, el inicio de “un nuevo intento de comedia nacional estable... vieja y noble aspiración de todas las fuerzas vivas del teatro que existen en el ambiente.” Las deficiencias que puedan haber existido en aquel espectáculo, se justificaban en el hecho de que “Para la formación del elenco no se ha podido contar más que con elementos radicados en nuestro país... frente a una obra que requiere en todas sus partes una capacidad interpretativa sólo capaz de proporcionar, aparte de otras condiciones, una práctica prolongada...” (*V) Pero en definitiva: “El primer paso está dado auspiciosamente”. (*VI)
La visión absolutamente positiva de lo que el inicio de las actuaciones de la Comedia Nacional significaba para la cultura de nuestro país estuvo representado por el periódico El Día, que tituló su artículo del 3 de octubre de 1947 diciendo: “Se inauguró brillantemente la temporada de Comedia Nacional en el Solís”. (*VII) Para este cronista, la noche del estreno estuvo plena de emociones, “una de esas noches memorables”, en la que se puso en marcha el mayor deseo de quienes “sienten verdadero amor por el teatro”. La interpretación de El León Ciego, fue “una expresión dignísima de arte dramático...” que “se desarrolló en un ambiente de fervoroso entusiasmo, cálido y vibrante, tanto de parte de sus intérpretes como del público, que siguió con contenida emoción el desarrollo de todo el espectáculo, aplaudiendo al final de cada acto y aun a escena abierta”. (*VIII)
El autor escogido para la ocasión “Ha sido un acierto... por ser innegables sus valores intrínsecos, por ser una de las obras fundamentales de nuestro teatro y por ser dentro de ése la más representativa y recia expresión artística que se haya dado de un momento de nuestra vida nacional”. (*IX)
La interpretación realizada por un elenco “constituido en buena parte por elementos bisoños, o por lo menos, de escasa experiencia escénica”, logró superar las dificultades que se podían presentar, “lográndose una versión dignísima, en su conjunto, brillante en más de un aspecto, un espectáculo de noble, de seria calidad artística, y una gran propiedad en todos sus detalles”. (*X) Si bien ninguna de las figuras del reparto logró una actuación que desmereciera al conjunto, hubo sí trabajos mejor logrados, como Alberto Candeau en el rol protagónico de Gumersindo, Enrique Guarnero y las actrices Rosita Miranda y Cotina Jiménez.
Descollante o no, la representación de El León Ciego por parte de la Comedia Nacional el 2 de octubre de 1947, significó para todos el inicio de algo nuevo, a quienes algunos le auguraban larga vida, y otros un efímero pasaje por nuestros escenarios.
El Dr. Emilio Frugoni fue quien abrió con un discurso aquella noche, y en el mismo expresaba: “Es necesario que cada pueblo cante con la propia voz que tenga.(...) La Comedia Nacional surge para hacernos oír esa voz, no dejando de ser nacional si acoge, en su seno también, como se propone, a los altos valores extranjeros”. (*XI)
Lo cierto es que desde ese momento y durante estos 57 años, la Comedia Nacional ha sabido cumplir con ese rol de ser la voz teatral de los uruguayos.

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