CASTILLO DE PÌTTAMIGLIO

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domingo, 18 de marzo de 2007

INDAGACIONES
Los sueños de Piria (polis)

La autora encontró en Montevideo un libro de 1898 de Francisco Piria, fundador de Piriápolis. El argumento: Piria, un socialista utópico, se congela y 200 años más tarde se despierta en un Uruguay socialista.

MARIA DEL CARMEN FEIJOO. Socióloga.

Faltan apenas 97 años para que el Río de la Plata se encuentre en pleno socialismo. Esa es la novedad que se desprende de la tapa de un libro, que llamó mi atención hace ya unos años, cuando el milenio todavía estaba muy lejos, en una librería de viejo en Montevideo. Y la atención era merecida, por lo menos por dos motivos: en primer lugar, por el nombre de su autor; en segundo término, por el futuro socialista que vaticinaba.

El delicioso librito, escrito por Francisco Piria, se denomina El socialismo triunfante. Lo que será mi país dentro de 200 años, y fue editado en Montevideo, en edición de 20.000 ejemplares, en 1898. No hará falta decir que se trata del mismo Francisco Piria cuyo apellido da nombre a la ciudad de Piriápolis. En su contratapa, un correcto señor vestido según la moda de la época y con un lazo negro de bohemio al cuello, nos observa con plácida mirada.

El "socialismo triunfante" —típico producto de la literatura utópica que se extendió durante el siglo XIX— se inicia con una introducción del protagonista, Fernando, en la que relata cómo, regresando de la India a su patria, la República Oriental del Uruguay, en el mejor estilo Walt Disney, decide encerrarse en una triple caja de cristal herméticamente cerrada cuya temperatura habría de bajar a 25 grados bajo cero, después de ingerir un frasquito de néctar provisto por un fakir, que le permitirá entrar en una catalepsia de cinco pulsaciones por minuto, para despertar dos siglos más tarde. Que el aventurero del tiempo Fernando/Piria no era pobre, lo sabemos por su viaje a la India y porque relata que una de las medidas que debió tomar antes de emprenderlo, fue arreglar sus disposiciones testamentarias.

Literatura utópica, lectura del pasado, confianza en el futuro que retroalimenta en el libro su propio prestigio con los contemporáneos. Tanto la obra urbana como la literaria de Piria se coloca en el espacio de la utopía, de la incomprensión decimonónica y culmina con su propio reconocimiento en el porvenir.

Como todos los de esta naturaleza, el libro es pintoresco. Dos zonas llaman principalmente la atención: la descripción de los aspectos tecnológicos de la nueva sociedad y el juego con la propia historia del autor. Las referencias a la organización social y a las formas de vida familiar, más comunes, sirven también como continuo término de comparación con las de dos siglos atrás.


Un grato despertar

Cuando en el año 2098, de acuerdo con sus planes, se abre la caja, un auditorio de ciudadanos lo observa con la más grande naturalidad, rayana casi en la indiferencia. Ese despertar que le permite dejar atrás el siglo XIX, de progreso nocivo —de locos, como se le llamaría a fines del siglo XXI—, tiene lugar en el Estado Cisplatino, en la casa del cordial anciano Temístocles, cuya joven hija, Rosa del Alba, habrá de guiarlo en ese nuevo mundo. La entrada, el rito de pasaje o bautismo, consistirá en un baño seguido de masajes, que tomará de manos de Mirta, una doncella de quince años, de quién recibirá también la nueva vestimenta, de ligeras ropas de fino lino, para su paseo por Montevideo. Una ciudad transformada como capital de un nuevo país, ya que el Estado Cisplatino integrado por la República Oriental del Uruguay y los territorios reconquistados por la fuerza a Brasil más la adhesión de Entre Ríos y Corrientes, lleva la población a veintidós millones de habitantes.

El paseo con Temístocles y su hijo Orestes, da lugar a un balance permanente entre lo nuevo y lo viejo, con el tono didáctico propio de este tipo de literatura. La atención del visitante está centrada en el progreso tecnológico y, como Julio Verne, imagina objetos que hoy son parte de la cotidianidad.

Veamos algunos. En un debate público, que sirve para historiar las transformaciones sociales que condujeron al socialismo triunfante, un participante destornilla el regatón de su bastón, lo clava en la tierra y colocando en el mango una pequeña bocina, se comunica con Australia. El uso del telepalo portátil le permite informar a la audiencia sobre una insubordinación de dicho estado, violadora de la paz universal al invadir Nueva Guinea. El aparato intercepta las corrientes electro-terrestres, poniendo en comunicación a cualquier persona del mundo, al funcionar el globo como una gran pila eléctrica. De viaje por el interior del Estado Cisplatino, se desplaza en un ferrocarril movido por aire comprimido. Los problemas básicos de la población, como los alimentarios, se basan en una sana dieta, complementada con esencias alimenticias del aire condensadas en pastillas repartidas gratuitamente al pueblo y que alimentan durante 24 horas. Por su parte, las viviendas aprovechan las condiciones naturales, iluminándose con luz cenital de rayos solares encerrados y acondicionadas con chorros de agua que saliendo con violencia de un ángulo, chocan contra paletas de bronce dorado que giran sin cesar, saturando los ambientes de agradable fresco. Estalactitas de colores de energía electro solar iluminan las viviendas, alegradas con mecanismos a resorte que tocan melodías. El conjunto constituye la arquitectura solar bioclimática.

Jornada tras jornada, acompañado de sus anfitriones, Fernando se va interiorizando de otros aspectos de la vida del socialismo triunfante, y ese conocimiento se acompaña de una comparación permanente con los hábitos del viejo mundo: las relaciones de pareja, la organización de la familia, el culto al ser superior, la organización del Estado, aun los propios hábitos gastronómicos, observando la sustitución de las espesas salsas del siglo XIX con verduras y alimentos naturales, y poco vino aunque de gran calidad. Y tabaco inofensivo, tónico e higiénico que es además bálsamo para las cuerdas vocales.

Al promediar la tercera jornada, el pretexto de una conferencia sobre "El socialismo anárquico del siglo XIX y el socialismo progresista del siglo XXI" nos permite asomarnos al proceso que generó semejante mutación. El eje de la presentación se centra en un cuestionamiento al socia lismo del siglo XIX, al que se le critica su tendencia al caos, así como el escaso mejoramiento resultante de su engendro, el anarquismo, movimiento que no pudo alcanzar su utopía irrealizable ya que los hombres se encontraban encerrados dentro de las fronteras de las naciones.

¿Cuál fue la clave que permitió cambiar el mundo? El libre cambio, que proclamado en el Congreso Mundial de París de 1944, salvó a la humanidad del caos, aproximó a los pueblos y aceleró el gran acontecimiento de la fraternidad universal. No era viable el socialismo por venir, marcado por el error funesto de pretender una sociedad en la que todos los hombres fueran iguales, pretendiendo pocas horas de trabajo y destrucción del capital. Pero todo cambió cuando, en el año 1944, Roberto Fixert fija las bases de la doctrina librecambista en Alemania. Entre otras cosas, el libre cambio implicó la anulación de la Deuda Pública, "recurso inocuo de que se valían las naciones para descontar el porvenir de los pueblos, a tal punto, que la mitad de los impuestos apenas alcanzaban para cubrir los intereses de las Deudas Públicas contraídas por los gobiernos, para disfrutar a sus anchas con sus paniaguados y armar al pueblo holgazán para aterrorizar al pueblo trabajador, el pueblo bestia".

Eso permitió superar el socialismo anárquico, que no pudo más que engendrar con su triunfo la más grande de las caídas morales del espíritu humano. El éxito del libre cambio y la supresión de la deuda pública permite en 1977 decretar la supresión de los ejércitos permanentes y policías; en 1981, de todo impuesto permanente. Previamente, en 1961 el congreso romano declara al contrato matrimonial simple y disoluble a voluntad de cualquie ra de los contrayentes. Medida que se perfeccionó con la prohibición de que los hijos varones vivieran con sus madres después de los cinco años pues se consideraba que el exceso de cuidado materno contribuía a formar una raza en creciente proceso de degeneración. En el año 2000 se anulan las herencias territoriales, garantizando un proceso de reducción paulatina de la herencia hasta limitarla a las 10 hectáreas como máximo.

La familia, como en toda la literatura utópica, es un tema central. Fernando se siente herido en sus sentimientos paternales por la temprana separación de los varones de sus hogares, y eso da lugar a un diálogo sobre el carácter del matrimonio de por vida de los viejos tiempos, rodeado de adulterio tolerado, y la nueva forma de contrato voluntario con adulterio duramente castigado. De ese modelo, la principal víctima era la mujer que convertía su vida en un vía crucis transfiriendo a los hijos los ejemplos de las calaveradas paternas. Para los maridos, la salida era el alcohol y para los hijos, los Asilos Maternales.

En un planteo de narración dentro de la narración, Fernando/Piria se ocupa del futuro de su propia obra. Se sorprende el protagonista Fernando al ver en el año 2098 a esa ciudad, fundada doscientos años atrás, por un fomentista que le puso nombre algo petulante, pretendiendo con ello perpetuar su memoria y que, con el tiempo, se convirtió en un hermosísimo pueblo balneario. Pues sí, le contesta su interlocutor, "ese hombre a quien aludes, fue el precursor de nuestros grandes fomentistas; fue el que leyó en el porvenir y comprendió la vitalidad inmensa de vuestra época". Al mirar la ciudad, el visitante cree soñar y la admiración lo lleva a recuperar su identidad: "Yo creía soñar. Aquella ciudad Piriápolis, que había oído mencionar en distintas ocasiones, era efectivamente fruto de mi siglo, carne de mi carne, idea de mis ideas! Aquella ciudad, que los que más benévolamente hablaban de ella calificándola de ciudad ilusoria, una quimera, pronosticando que no pasaría de un villorio, estaba allí ante mi vista, extendida voluptuosamente en el espléndido valle, llena de movimiento, llena de vida y rebosando progreso!". El futuro lo lleva al pasado y para explicarnos que no se trató de un viaje sino de una ensoñación, resultado de una medicina mal administrada por su mucamo asturiano.

De pensamiento confuso y contradictorio, el libro está lejos de lo que conocemos como utopía socialista o anarquista revolucionaria. Lejos de las diatribas, por ejemplo, de un periódico de la misma época, aparecido en Buenos Aires, La Voz de la Mujer, con el que tiene puntos de articulación en la crítica a las instituciones sociales y profundas diferencias en relación con las ''burguesas'' soluciones que encuentra Piria. Se coloca, más bien, en la tradición fourierista, ligada con el orígen burgués de sus promotores latinoamericanos y sus voluntades productivistas e industrialistas que los llevaron a instalar sus falansterios en Brasil, como el caso de la Colonia Socialista Cecilia. Por ello, como dice Pierre-Luc Abramson en su libro sobre las utopías sociales de América latina en el siglo XIX, la de Piria puede considerarse un ejemplo más de un copioso movimiento caracterizado por sus tendencias contradictorias. De ella, en el Río de la Plata, queda hoy como realidad el sueño urbano de Piria y como fantasía, el deseo de encontrar otras formas de organización de la vida cotidiana y social.

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